miércoles, 20 de junio de 2012

Reflexiones de madrugada.

Hoy, como cada noche, el insomnio ha vuelto a hacer acto de presencia,  robándole las horas de actividad al astro rey, impidiendo que me entregue al plácido sueño.
Por más que lo intento, por más vueltas que de sobre mí misma, hoy se me han negado los brazos de Morfeo.
Mi mente, en lugar de relajarse y entregarse al descanso, se empeña en recordar, en torturarse con cosas que ya han pasado, en cosas sin remedio.
Me lo han dicho más de una vez. Me fijo mucho en el pasado. Quizá sea cierto, quizás le de más importancia de la debida, o simplemente le de más vueltas de las necesarias.
¿Pero no es acaso el pasado el que nos ha convertido en las personas que somos? ¿No es acaso necesario conocer y analizar cada historia para comprender que nos ha llevado hasta el presente desenlace?
Cuando más se conoce a una persona, es cuando más se sabe sobre ella misma. Uno puede atisbar el eco de ella, pero sin conocer su historia completa, nunca podrá comprenderla del todo.
Ni si quiera entonces se puede presumir de eso, pero sin ello, muchísimo menos se puede uno aventurar a creerlo.
Así pues, para comprendernos a nosotros mismos, ¿No será necesario reflexionar sobre ese pasado? ¿Sobre aquello que nos ha forjado así como somos?
A veces, la nostalgia no es siempre mala. Recordar también es bueno.
Nos recuerda que una vez, tuvimos cosas buenas, que una vez, creímos ser felices.
Tuvimos cosas que aunque, fugaces en el tiempo, nos permitieron alcanzar esa cumbre de dicha que tiene el hombre como fin.
Hoy quizá, piense tanto en el pasado, porque me siento especialmente nostálgica, porque por fin puedo recordar sin dolor, sin angustia.
Puede que algunos, si sepais a que me refiero, pero hay amistades que marcan mucho. Muchas veces para bien....aunque terminen mal.
Hoy, por ejemplo, recordé una gran amistad. Recordé a la pálida muchacha de pelo dorado que siempre tenía palabras para sacarte una sonrisa, que solía acompañarte en muchas noches de soledad, aquella con la que siempre podías reír de cualquier cosa, por estúpida que fuera.
Aquella...que durante un tiempo, supo comprenderte, quizá no tan bien como otras personas, pero sí te escuchaba, y te dejaba escucharla a ella también.
Hoy recordé a esa chica.  Recordé las noches de verano tiradas en el césped parloteando sobre cosas sin sentido,  las noches quizá no tan de verano en las que nos acompañábamos para "estudiar", incluso a esa chica que solo bebía sin parar para tratar de olvidar, recordé a la chica que era, y la que se fue convirtiendo poco a poco. No fue siempre un cambio a mal. De hecho, la chica que yo conocí pocos meses antes de que se marchara, era más alegre y segura que aquella que era en origen.
Me pregunto cual de los dos existía realmente, o si aquellas dos versiones, siempre fueron una.
Me apena recordar a esa vivaracha chica, y pensar que ya no está. Que ya no existe, no al menos, la que yo solía conocer. Me apenó recordarla, porque hoy, la eché de menos. Hoy quizá....la necesitaba. Necesitaba sus lunáticos planes, sus bromas tontas y su forma de ver las cosas, que aunque fuera el equivocado, me hacían reflexionar sobre mi propio punto de vista.  Necesitaba que me aconsejara, y aconsejarla a ella también, como antes solía hacer.
Pero tanto esa chica, como esa amistad, como otras tantas cosas.... ya no están. Se fueron, se quedaron inmortalizadas en ese espacio de tiempo, que ya no volverá.  No importan los porqués, no importan los quizá. Solo está este momento. Y en este momento, ya no existen.

Hoy quizá, además de extrañar a esa amiga, extrañe a la amiga que yo misma fui.  A esa chica un poco idiota e inmadura, a esa que era feliz con cosas muy simples, que apenas conocía casi nada, y era esa misma ignorancia lo que la mantenía en su pequeña y dichosa burbuja.
Hoy....echo de menos, haber sido feliz.



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