miércoles, 20 de junio de 2012

Día nublado.

A veces, sin motivo alguno, como por casualidad, la tristeza toca a tu puerta.
Nada ha ocurrido. Nada la ha hecho venir, ni si quiera quieres dejarla pasar.  Pero ella es ya una vieja amiga que no necesita pedir permiso para entrar.
Descaradamente se sienta a tu lado, y te abraza.

Pero estos abrazos son distintos a los que puede darte un amigo. No caldean el corazón, no abrigan el alma. Estos, son la clase de abrazos que solo traen lluvia, que  nublan la mente y ocultan el sol.
En esta clase de días, es la soledad quien te llama, es la pena quien te acaricia.
Alguna lágrima atrevida, también te besa el rostro.

Es una pena distinta. Es la clase de pena que a veces aparece en los días nublados,o la clase de días que se nublan por sí solos.
Nada te consuela, pero tampoco hay nada que lo cause.
Simplemente, hoy ha sido la melancolía la que vino a darme los buenos días, y la que hoy me arropará en la noche.


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