martes, 17 de abril de 2012

Correspondencia al pasado.

Oh sí, tú sabes de sobra que es lo que has hecho. No te escondas, no te atrevas a esconderte, a escudarte en el pasado. 
Tú, pequeña ingenua, adorable ilusa.
Tú conoces perfectamente tu culpa y tus actos. 
Tú, querida. Tú y tus consoladoras mentiras. Tú, tan tierna y confiada.
¿No es acaso irónico que tu mayor crimen haya sido tu inocencia? ¿Te hacías una nimia idea de las consecuencias de tu maldita  forma de ser? Eres tan abierta, tan estúpida, tan idiota que vas pidiendo a gritos que te hagan daño.
¿Donde quedaron esas promesas de independencia y fortaleza? ¿Dónde están esas murallas que decías que ibas a construir? 
Yo lo único que veo son ruinas, no muros. Solo veo los escombros de tus malditas esperanzas, solo despojos de ingenuidad.
Te creías muy sabia, muy madura. Muy invulnerable. 
Qué tierna tu ignorancia.
Te creías capaz de luchar contra ello a capa y espada. ¿Y ahora qué? ¿Ahora donde está esa guerrera tan fiera que no permitiría que conquistaran sus débiles defensas? Tan fiera, tan decidida, que fue ella misma quién se quitó la armadura y se se lanzó alegremente al desastre.
¿Tan ciega y confiada estabas? ¿Tú precisamente? ¿Tú que eras la más defendía la inexistencia del invasor? 
Pobre desgraciada. Pobre incauta....pobre yo.

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